Finanzas verdes: una herramienta para enfrentar el cambio climático
Hacer frente a los efectos del calentamiento global no solo requiere conciencia ciudadana, también necesita inversiones financieras.
Hacer frente a los efectos del calentamiento global no solo requiere conciencia ciudadana. También necesita inversiones que permitan a los países, empresas y personas estar mejor preparados para sus consecuencias y reducir su huella de carbono. Este nuevo mercado, cuyas reglas aún están siendo definidas a nivel internacional, es clave para movilizar esos fondos.
Para intentar contener el cambio climático y evitar sus peores consecuencias, hay que seguir dos caminos: reducir las emisiones de dióxido de carbono y adaptarse a los efectos que se están derivando irremediablemente del fenómeno. Lo primero implica, por ejemplo, migrar masivamente hacia energías menos contaminantes. Lo segundo se traduce en acciones que van desde proteger a las poblaciones costeras de las marejadas, reubicar cultivos o transformar productivamente a comunidades que perderán su fuente de ingresos por factores como la falta de nieve o de lluvias, y para ambas cosas se requiere financiamiento.
Ante este escenario surgen las denominadas “finanzas verdes”, un concepto amplio que engloba a los mecanismos para costear medidas como las ya mencionadas.
Chile, uno de los pioneros
En el caso de Chile, un estudio reciente del Banco Mundial estima que se requieren unos US$ 50 mil millones en inversiones públicas y privadas para alcanzar la carbononeutralidad al año 2050, que es la meta oficial del país.
“Como se necesita una transformación económica, y el 70% u 80% de los recursos para este cambio viene del sector privado, entonces el foco ha estado más fuerte en generar incentivos hacia dicho sector”, explica Trinidad Lecaros, gerenta sénior de Finanzas Sostenibles de Deloitte. “Es evidente que el mundo financiero cobra especial relevancia para posibilitar el cumplimiento de las metas ambientales, precisamente por la capacidad de movilizar recursos. Si bien aún queda camino, se está avanzando rápido, porque tenemos muy poco tiempo para hacer las transformaciones necesarias y frenar el aumento de la temperatura”, agrega Lecaros.
De hecho, en nuestro país, los privados fueron los primeros en recurrir a las “finanzas verdes” para inversiones de mitigación y adaptación al cambio climático. Un ejemplo son las emisiones de bonos verdes corporativos por parte de empresas de aguas para costear proyectos como el tratamiento de aguas residuales o sistemas para mantener el abastecimiento en caso de aluviones.
En 2019, el sector público debutó en las finanzas verdes. Desde entonces, el Ministerio de Hacienda ha emitido bonos verdes soberanos, para costear proyectos de transporte limpio, eficiencia energética, energías renovables, conservación de la biodiversidad y recursos marinos, gestión de recursos hídricos y edificios verdes. Estos fondos, de hecho, han sido claves para la cartera de proyectos verdes impulsados en el marco de la reactivación tras la pandemia.
“Chile ha sido pionero en las Américas, el primer país en emitir deuda con esta etiqueta”, destaca Luis Gonzales, coordinador económico de cambio climático, energía y medio ambiente de Clapes UC. Los expertos coinciden en que han sido emisiones exitosas, debido a las bajas tasas de interés conseguidas.
“Los bonos del Ministerio de Hacienda no habrían obtenido una tasa tan baja si no hubiesen sido verdes. Eso desmitifica que la sostenibilidad es a costa de la rentabilidad”, destaca Lecaros.
También ha sido un ejemplo para otros países de la región. México y Colombia se han embarcado en procesos similares. Chile es hoy el segundo país que ha emitido más de estos bonos (considerando públicos y privados), solo superado por Brasil.
Fuente: El Mercurio